El sábado pasado fui a San Francisco a desayunar al barrio chino, no recuerdo el nombre de las dos cosas que me comí, una de ellas era un bollo, relleno de jengibre y ¡un huevo de pato! Para que luego digáis que no pruebo cosas nuevas. Por supuesto no sabía que había eso dentro, la dependienta no hablaba muy bien inglés, entendí huevo y pensaba que el bollo estaba hecho de huevo, no que llevara uno dentro, y encima negro con una pinta mala mala. Sólo deciros que entablé conversación con los chinos de la cafetería y a ninguno de los que hablé le gustaba esa comida. Lo otro era una especie de cuarto mallorquín insípido. Un triunfo de desayuno vamos. Como os podéis imaginar dejé más de la mitad del bollo de pato, el otro por lo menos era posible comérselo. Cuando la dependienta vio que no me lo terminaba vino a echarme la bronca, jaja, pero todo en broma, buenas risas los chinos. La clientela del bar era de chinos retirados, de todo menos juvenil, pero me pareció el más auténtico de todos, además compartí mesa con dos ellos. Uno llevaba 30 años trabajando en el mismo restaurante chino en SF y prácticamente no hablaba inglés.
Luego visité el Museo de creatividad para niños, una pasada. Se supone que es para que se entretengan los niños, pero está lleno de adultos jugando con las actividades que hay. Tienen una sala para hacer vídeos con plastilina y la técnica del stop-motion, no podía irme sin hacer algo, así que este es el vídeo de mi creación:
Sé que os ha dejado sin palabras el vídeo, lo mejor de todo es que tengo hollywood cerca, cualquier día de estos me contratan. Otra de mis creaciones fue un mapa de Mallorca con lego, que no se parece en nada a Mallorca y luego unos dibujos con pintura, tinta, agua y secador, todo para darles un aspecto añejo. Ya que estaba en el museo para niños había que portarse como uno ¿no? No me subí al tiovivo, tampoco hay que pasarse, pero creo que había igual número de niños que de adultos.
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